lunes, 22 de diciembre de 2008

"Casa menos"

El viento gélido cortaba las mejillas. La noche se cernía sobre la humanidad. Las casas de cartón se extendían a lo largo del bulevar. Los cajeros colgaban el cartel de "completo". Algunas farolas perdían su candor y sucumbían a la noche más larga de cuantas se hubieran vivido. Desde la ventana lo veía, llevaba horas e incluso semanas sufriendo con él, y con los pies descubiertos. Había sido abatido por la impotencia, hasta que enojado con el mundo se dirigió al armario y se hizo con dos mantas.
Se arrodilló junto a él, y le extendió las cobijas por encima. Él siguió durmiendo.
La mañana amaneció revitalizante. Volvió a mirar, como cada mañana, por la ventana. Los vecinos se aglutinaban y los enfermeros, a pulso abatido, subían una bolsa negra a una camilla...


Fhil

jueves, 18 de diciembre de 2008

La llorona

-¿Por qué lloras, llorona?
-...
-¿Le echas de menos?
-...
-Déjalo, no va a volver.
-Lo sé.
-...
-Creo que empiezo a odiarle. Y no quiero.

jueves, 30 de octubre de 2008

Premios y castigos

Ahora que ya no está a su lado se he dado cuenta de que estuvo y está enamorada de él. Él ya la ha olvidado, pero ella justo empieza lo que él sufrió en silencio. Ahora sabe por lo que pasó. Y tiene lo que se merece. Él madura, ella sigue estancada en lo mejor de una relación que no volverá a repetirse. Él crece, ella empequeñece. Se esfuerza por odiarle pero a día de hoy sigue sin encontrar algún motivo de peso.

Inma

lunes, 20 de octubre de 2008

Entre muertos

Mike no entendía de aquellas cosas, simplemente hacía lo que le pedían y todos le sonreían y se iban contentos. Para él era sencillo, salvo cuando se complicaba entonces no le gustaba su trabajo. Los días en los que se manchaba le hacían sentir que no servía para eso pero un par de copas en la taberna le hacían olvidar hasta de cómo llegar a su casa, casi siempre con la cartera vacía, por eso aún no se había jubilado. Un día estando en el depósito, había estado examinando cinco cuerpos todos ellos con conclusiones, a su criterio, satisfactorias. Cuando a última hora entró un cadáver nuevo al depósito y media hora antes de salir significaba horas extras.
Comenzó a examinar el cuerpo, todo parecía normal para un hombre que había sido golpeado en mitad de la noche por un bus nocturno estando éste totalmente ebrio. Cuando le descubrió la cara no podía creer lo que vio. Era su propia cara, reflejada como si en un cristal se tratara. No tenía rostro, su faz era un espejo de muerte. Quizá un oráculo que advertía o tal vez le sentenciaba.


Fhil

jueves, 18 de septiembre de 2008

Primera cita

Imaginó tanto aquel encuentro inminente que, entrada la noche y a menos de nueve horas, se quedó desesperada y desorientada en la cama, como una cucaracha recién rociada con insecticida, estancada contra la superficie, boca arriba, moviendo inútilmente las patitas, buscando el oxígeno que ya no llega. Temerosa de quedarse como ellas a esperar la muerte, hizo un sobreesfuerzo y se volteó dándole la espalda al miedo.

Inma

lunes, 18 de agosto de 2008

Microcuento de interpretación libre.

A medio concierto no pudo contenerse más.


Inma

lunes, 2 de junio de 2008

Poesía

Crucé el umbral del último peldaño.
Por el triste y grisáceo andén se me cruzaban personas que jamás había visto y que jamás volvería a ver. Una música cálida había llegado hasta mis oídos en el momento en que me detuve en la precipitada muerte del umbral de un escalón. Un joven cantaba con su aguda voz mientras hacía el amor con su guitarra. Todos le miraban y el muchacho tan sólo acariciaba las cuerdas y cerraba los ojos para estar a oscuras. Miré al su suelo y no había nada. Me pareció mucho más poético por el echo de no pedir limosna. Poco a poco el andén se fue abarrotando y las notas seguían su curso natural. Pensé que era, todavía, aún más poético que mi final tuviera banda sonora. Además, me gustaba la canción.
El letrero indicaba que en veinte segundos aparecería el tren. Me comencé a acercar al borde de la andana, para bajarme a las vías, en el momento que atisbé a la luz salir huyendo de la oscuridad. Pero alguien se me adelantó saltando a las vías de forma torpe, no cómo lo hubiera hecho yo. Al alzar la vista, se lo llevó la luz.
La música cesó, la gente gritó, otros se desmayaron, (…)
Yo vi todo aquello desparramado y pensé que prefería otra forma más…, poética.


Fhil

domingo, 25 de mayo de 2008

Tormento

La noche llora sobre la ciudad. Los ríos, hacen de sus calles afilados y cortantes escalpelos que desmenuzan a todo intrépido bizarro. Borrando con su viento las huellas de su crimen perfecto. Luz azul, eléctrico estallido. Tambores de guerra en el horizonte. Centelleante tótem de los dioses que con su mazo irrumpe partiendo tierra sitiada. Las babas del llanto se estrellan en las entrañas de la ciudad, que llora empapada por su propia tristeza.


Fhil

domingo, 27 de abril de 2008

Desgracia en prosa de un poeta

El tiempo me ha enseñado que las bocas no son más que eso: dos labios, dientes sarrosos y una lengua salivosa que no cuelga por fuera porque no puede. Que terminan donde empiezan y que no llevan a ninguna parte. Ni siquiera la de aquella jovencita de la escuela me enganchó. Chillaba como una gata en celo, me mordía recelosa para que le perteneciera, succionaba mi miembro sin rechistar, limpiaba mis impurezas con su lengua, y aun así la aborrecí. A mis años estoy cansado de erotismo barato. Quien me diera una musa que me enseñara el amor.


Inma

jueves, 24 de abril de 2008

Huída

Los pulmones me ardían. El callejón reflejaba la luz azulada de la medianoche y las otras luces. El vaho brotaba de las alcantarillas, mi boca y de la pistola. Sólo las sirenas de policía pudieron eclipsar el bombeo frenético de mis latidos en los oídos. Poco después las ambulancias y un derrapazo me obligó a seguir corriendo hacia el puente.
Con la muerte en los talones alcancé al puente. Pasé por alto a la voz del agente, lancé la pistola al río y un chasquido ardiente me derrumbó. Mientras saboreaba el gusto metálico de mi sangre, medio inconsciente escuché por la radio del bastardo que me había atravesado el pulmón, esta vez ardiente de verdad; "Le he alcanzado", informó excitado el agente a quien le besaba su infinita sombra. "¿Cómo?" preguntó una voz aparatosa y prosiguió "No te preocupes, ya le tenemos. Vuelve a la escena del crimen".
(Silencio)


Fhil

sábado, 15 de marzo de 2008

Allá, aquí al lado

Su sonrisa por fin apareció. Sonrió abriendo maravillosos surcos por donde la sequía del mundo muere. El mapa de sus labios nos llevaría a los lugares donde no deberíamos existir por voluntad; mapa que sólo podemos robar. Estiró el brazo como si intentara alcanzar aquella estrella que una vez le prometieron, y que nunca se la dieron. Ovillada compite contra la luna. Respirando reta a Eolo a una carrera de imperceptible disimulo. Los espías del viento susurran en la lengua de las moscas las novedades y bochinches del vasto territorio que es su habitación. El manto azul grisáceo casi negro, es el velo de la estancia, el manto con el que se cubren los sueños, la mano invisible que mece sus mejillas y la besa en la frente como negros ángeles custodios. La negrura se desvanece, muere. La luminiscencia nace, vientre de una luciérnaga, perdura.
Es hora de despertar.


Fhil

viernes, 14 de marzo de 2008

Die Traumfrau

Cayó sobre un lecho de espinas que al entrar en contacto con su piel se convirtió en un mar de espeso acrílico que la cobijó. Se sumergió en él desnuda siendo lienzo. Emergió vestida de sensaciones y expresiones. Del hilo de color azul que caía de entre sus piernas surgió un niño que acarició su muslo y echó a correr. Se convirtió en la única mancha cromática de su escenario, salvo las pisadas huidas, invadida por la nada se echó a llorar. Una voz lejana la alejó de su llanto y volvió a indagar. Se encontraba en un bosque. La voz la transportó hacia una cueva resplandeciente, eran sus párpados intentando abrirse. Cruzó el umbral abandonando su vestido de sensaciones y expresiones.
Despertó, y fue capaz de recordar quién había sido.


Fhil

Naufragio

La tempestad del mar de sábanas era un lienzo con tímidos y diminutos pies blancos asomándose por entre los pliegos. Las braguitas rosas se mostraban parcial y discretamente, a la vez que eran azotadas por el colosal océano blanco. Uno de sus senos, de rosada aureola, era ahora costa castigada. En las cunas de sus ojos se encontraba al fin, la tierra prometida, junto al paraíso de sus labios. Su cabeza se hundía por minutos en la orilla junto a su salvavidas. La estancia tañó un ruido reverberante y abrió los ojos. Se vio envuelta por el mar de embozos y se encontró mojada. Había naufragado.


Fhil

jueves, 13 de marzo de 2008

Pelo

Su cabello extendido sobre la almohada es la vereda al mundo de los sueños. Cada hebra de pelo es un salvoconducto para el subconsciente, donde se posa y reposa del aciago ritmo de lo consciente. Cada hebra de pelo sueña con ser un sueño, mientras se embadurnan restregándose sobre el cuerpo somnoliento, contaminándose: acariciando los senos dormidos, las mejillas pernoctadas, la boca recogida, los párpados dormitados… Cada noche sueñan que sueñan ser un gran árbol de sueños, donde cada una de sus briznas son hermosas armonías en forma de rama que abrazan a un cuerpo acunado, mostrándola aquello que se olvida al abrir los ojos…
Abre los ojos y las ramas de su pelo la devuelven a la almohada con suavidad.


Fhil

miércoles, 12 de marzo de 2008

Plumas

Las sábanas abrazaban su vientre contra el colchón y el despertador era un eco lejano. Se despertó inmóvil, estirando sus piernas a la vez que paseaba los pies por el soñado jergón, y cruzaba sus lívidos brazos ante su rostro de mirada virgen. Finalmente se levantó, y se dirigió al baño de forma patizamba. En la cama quedaron las alas del sueño; y un rastro de somnolientas plumas la persiguieron hasta la ducha.


Fhil

martes, 11 de marzo de 2008

El hombre de algodón de azúcar

Se despertó con restos de algodón de azúcar en la almohada, en el pelo y en la cara. Se levantó, resistiéndose en la cama como las legañas a los ojos, y se enderezó. Se pasó el dedo índice por la cara y se lo chupó dulcemente, sabía rico. Se percató de un rastro pies esquivos que huían de su cama; eran de algodón de azúcar.


Fhil

sábado, 8 de marzo de 2008

Fuera de foco

No te agobies, focaliza. Decía. Focaliza. Respiró tranquila mantuvo el pulso giró la muñeca y disparó. Chistó. Le gritó. Le sonrió. Le puso cara. La besó en la mejilla. Tranquila que no me voy hasta que salga. ¿Tú te has ido? Pues eso.


Fhil

domingo, 24 de febrero de 2008

Nada

Se sentó solo en la oscuridad para no ver, para nada ver.


Fhil

sábado, 16 de febrero de 2008

Tres

Se estiró cuanto pudo entregando al anciano su gran tesoro semanal. Tomó sus tres y marchó corriendo junto a Amaya. Juntos empezaron a disfrutar de su dulce inversión. Tanto siguió así hasta que de la mano se le escurrió el bastón. Cayendo al suelo y embadurnándose de tierra. Lo observó atemorizada, comenzando a comprender la realidad. Se había quedado sin su tesoro. A punto de llorar, Quique que ya sabía que podía suceder sacó de su pequeño bolsillo el tercer tesoro y se lo regaló a Amaya. Se lo agradeció con un beso en la mejilla y se sentaron en los columpios.


Fhil

viernes, 8 de febrero de 2008

Rodin

Eran una sólida escultura de hielo. Enzarzadas sus curvas humanas encajadas con brillante exactitud matemática. Congeladas en su pasión. Imperecederamente.
Gotas recorrieron sus cuerpos sinuosos labios cuellos senos vientres ingles piernas... Y mientras la intensidad de su beso aumentaba, sus formas, sus gestos, sus olores se escurrían de su pedestal.
El beso eterno cayó en la eternidad de una ardiente pasión que les asesinó.


Fhil

martes, 8 de enero de 2008

Sombras

Abrió la ultima puerta, la más pesada, de piedra, robusta, olvidada. La abrió y se adentró en la penumbra. Levantó el candil iluminando toda la habitación. Las paredes dejaban ver dibujos gastados, puestos en un orden que por ahora no tenia lógica ninguna, pero que seguro que aparecería. Todo estaba lleno de polvo, de arena, de pequeños animales que huían asustados.
En la habitación solo había dos cosas: un gran jarrón orondo en una esquina cercana a la puerta y un gran ataúd en medio de la sala. Dio unos pequeños pasos, acercándose al centro, donde reposaba algún alma desconocida. El resto del equipo permaneció en la puerta, asombrados y asfixiados por el esfuerzo de haber llegado hasta ahí. Pero él estaba lúcido y expectante, la cumbre de su carrera reposaba a sus pies, el momento de convertirse en un héroe estaba justo al acecho. –Una palanca. ¡Rápido!– Sin pensárselo dos veces, hizo fuerza para abrir la tapa. Después de varios empujones el ataúd cedió mostrando al mundo sus maravillas.
A partir de ese momento, lo sucedido sería parte de la historia de la humanidad. Un gran descubrimiento de nuestro tiempo. Pero, ¿y el descubridor? Se le conocería por esa meritoria hazaña pero no por nada más. Ya que él no es nada más, nada se supo de él, su vida fue un verdadero desierto de sombras. Tantas como se descubrieron el día que se coronó en la cima del mundo. Una sombra descubre a otra sombra. Y éstas alargan su leyenda a lo largo de más sombras. “Las sombras se mueven pero la oscuridad no se desvanece.”


C!

Fin de la maratón de navidad

Esperábamos algo más de participación, pero no desistimos.
Vendrán más, lo prometemos.
Nos quedamos con el buen sabor de boca de dos microcuentos.

Un saludo y no se olviden de escribir.