domingo, 16 de septiembre de 2007

Lascivia

Estaban todos mirándola. Sus brazos, que terminaban en sus frágiles muñecas, se encontraban maniatadas por una áspera cuerda tras el respaldo de una silla de madera. Su cuerpo, se encontraba expuesto a los otros ojos y sólo su lencería de encaje le cubría y separaba del mundo lascivo que la rodeaba. Sus muñecas empezaron a irritarse hasta sangrar por el forcejeo. A su vez, algunas depravadas risas salían de detrás de los focos mientras los flashes le cegaban sobre lo que se iba a aproximar.


Fhil