martes, 13 de noviembre de 2007

Apagar sistema

Apretar el gatillo fue como apretar el botón power de un pc. Pero el corazón de la víctima se resistía a dejar de bombear. El asesino se puso a mirar la habitación: los libros, los estantes donde estaban colocados los libros, los papeles, la mesa. Se sentó a esperar. Y la respiración de la víctima se apagó, como se apaga el ventilador de una torreta.


Pau G.G.

lunes, 12 de noviembre de 2007

El escritor de sueños

Debía ser tarde; la luz apenas se filtraba por entre las persianas. Los despertadores volvieron a sonar con desánimo por enésima vez. Una mano se asomó torpemente por entre las mantas y alcanzó a uno de ellos golpeándolo y mandándolo al suelo. Un suspiro alzó las mantas descubriendo el cuerpo desnudo de Henry. Lánguidamente se incorpora y desnudo bajo el manto de la duermevela se dirige, instintivamente, a silenciar al ruido. Se desliza por entre el aire viciado que dioxigenó como cenizas el sueño. Reposa su somnolencia sobre la butaca cegado por sus áridas lágrimas y silenciado por las resecas comisuras de sus labios, que avanzan hasta su garganta. Empieza a escribir impregnado de sueño…
Horas después cuando se supo terminado, se desveló limpiándose las lágrimas. Se apartó de la mesa y se encaminó a la ducha.
Un día más, el sueño cedió arrastrándose por las cañerías, liberando a otro cuerpo.
Henry volvió a ser un tipo consciente y corriente.


Fhil

jueves, 8 de noviembre de 2007

Antropofobia

El día gris, teñía lúgubre la ciudad que ya por sí se caracterizaba. La gente, que no era otra que la misma ciudad, andaban taciturnos convertidos en sombras arrogantes y pasivas. Entre medio avanzaba torpe y golpeado por las siniestras sombras. No había rostros, ni detalles en ellos.
Paró en el centro de la avenida, y las tinieblas al unísono le rodearon curiosas en corro. Dejó caer los brazos y disponiendo las manos como si sustuviera algo. Dos pequeñas llamas brotaron de sus palmas, cerró los ojos e inspiró.
Volvió a abrir los ojos y suspiró. No quedó nada en tres cuadras a la redonda, y comenzó a caminar.


Fhil