Las sábanas abrazaban su vientre contra el colchón y el despertador era un eco lejano. Se despertó inmóvil, estirando sus piernas a la vez que paseaba los pies por el soñado jergón, y cruzaba sus lívidos brazos ante su rostro de mirada virgen. Finalmente se levantó, y se dirigió al baño de forma patizamba. En la cama quedaron las alas del sueño; y un rastro de somnolientas plumas la persiguieron hasta la ducha.
Fhil
miércoles, 12 de marzo de 2008
Plumas
Publicado por Fhil Navarro en 3:13 0 opiniones
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