miércoles, 20 de junio de 2007

Despierta cronopio

Una mañana despertó, y se despertó cronopio. No preguntéis qué hizo después; es un cronopio, está claro. Lo bueno de ser cronopio es que todo le hacía feliz, aunque también es verdad que cualquier cosa lo disgustaba tanto que lo hundía en las más miserables depresiones que puedan existir, pero lo bueno es que con sólo ver caer y deslizarse por el aire una hoja de papel se le iban las penas, lo malo era que cuando tocaba tierra la magia se iba y rompía a llorar desconsolado. Así es ser cronopio. El caso es que se levantó, fue al baño y se puso muy feliz al mirarse en el espejo y ver que no estaba sólo en su casa, lo que pasó es que empezó a caerle mal porque no paraba de hacerle burla y acabó por no hablarle. Cada mañana era la misma historia, pero ya sabéis como son los cronopios, aprenden tantas cosas al cabo del día que tienen que ir olvidando las primeras que aprenden para dejar paso a las nuevas.


Fhil