sábado, 16 de febrero de 2008

Tres

Se estiró cuanto pudo entregando al anciano su gran tesoro semanal. Tomó sus tres y marchó corriendo junto a Amaya. Juntos empezaron a disfrutar de su dulce inversión. Tanto siguió así hasta que de la mano se le escurrió el bastón. Cayendo al suelo y embadurnándose de tierra. Lo observó atemorizada, comenzando a comprender la realidad. Se había quedado sin su tesoro. A punto de llorar, Quique que ya sabía que podía suceder sacó de su pequeño bolsillo el tercer tesoro y se lo regaló a Amaya. Se lo agradeció con un beso en la mejilla y se sentaron en los columpios.


Fhil