martes, 19 de junio de 2007

Atlas

Miró de reojo a uno de sus lados y observó como Heracles sin decir nada ni inmutarse, le hincaba el diente a una de las manzanas doradas del jardín. Luego desvió su mirada en la dirección contraria, y observó a Aquiles mofarse de él, reprochándole su destino y su mal fario. Las dos figuras que contemplaban el espectáculo se quedaron mirando el horizonte, pues de él surgió un muchacho joven y apuesto, también masticando una manzana. Se paró ante el gigante, observándolo con tristeza, mientras que los dos héroes reiniciaron sus mofas. El muchacho que se presentó como Paris, les ordenó que cesaran las burlas. Descontentos por el atrevimiento del mortal, ambos desenvainaron sus espadas y lo asesinaron. Y volvieron a reír. El gigante triste y llorando, se enfureció. Gritó haciendo temblar las mismísimas entrañas del Hades, y lanzó al aire la inmensa bola terráquea. Liberado por unos instantes de su carga, atrapó a los dos héroes y apretujándolos entre sí los alzó con el puño clavándolos en el corazón de la tierra, condenándolos a arder eternamente. Ayudándose con el otro brazo compensó el peso y volvió a cargar con su castigo habiendo hecho justicia por su amigo. De eso hace ya mucho; fue el origen del gran terremoto que devastó la tierra.


Fhil

Nada

Le gustaba tan poco lo que veía frente a ella que decidió cubrir el espejo de su cuarto con papel de periódico. Sin embargo, para su sorpresa, aquel espejo nunca le había sido tan sincero: Claudia ya no veía nada, que era justo en lo que se había convertido.

Inma