La tempestad del mar de sábanas era un lienzo con tímidos y diminutos pies blancos asomándose por entre los pliegos. Las braguitas rosas se mostraban parcial y discretamente, a la vez que eran azotadas por el colosal océano blanco. Uno de sus senos, de rosada aureola, era ahora costa castigada. En las cunas de sus ojos se encontraba al fin, la tierra prometida, junto al paraíso de sus labios. Su cabeza se hundía por minutos en la orilla junto a su salvavidas. La estancia tañó un ruido reverberante y abrió los ojos. Se vio envuelta por el mar de embozos y se encontró mojada. Había naufragado.
Fhil
viernes, 14 de marzo de 2008
Naufragio
Publicado por Fhil Navarro en 2:33
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