El viento gélido cortaba las mejillas. La noche se cernía sobre la humanidad. Las casas de cartón se extendían a lo largo del bulevar. Los cajeros colgaban el cartel de "completo". Algunas farolas perdían su candor y sucumbían a la noche más larga de cuantas se hubieran vivido. Desde la ventana lo veía, llevaba horas e incluso semanas sufriendo con él, y con los pies descubiertos. Había sido abatido por la impotencia, hasta que enojado con el mundo se dirigió al armario y se hizo con dos mantas.
Se arrodilló junto a él, y le extendió las cobijas por encima. Él siguió durmiendo.
La mañana amaneció revitalizante. Volvió a mirar, como cada mañana, por la ventana. Los vecinos se aglutinaban y los enfermeros, a pulso abatido, subían una bolsa negra a una camilla...
Fhil
lunes, 22 de diciembre de 2008
"Casa menos"
Publicado por Fhil Navarro en 4:32
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2 comentarios:
Muy fuerte. Me encanta. Quizá el final se ve venir, pero no lo quieres admitir hasta que realmente ves que sí, que es así y que, lo peor de todo, es que esto sucede en la vida real.
A decir verdad, no se me hacía apetecible hacer un final imprevisible. No cuando la realidad es tan contundente. Pero qué bueno que te gustara.
Un saludo.
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