martes, 31 de julio de 2007

Viento

Los hijos del viento surcaban sobre el ventoso mar las cabezas de los atareados campesinos. Arrullados, y la mayor parte del tiempo acurrucados en sí mismos, contorsionaban su cabeza para variar el rumbo. En algún momento todos acaban decidiéndose por plantarse en el lugar más insospechado. Unos enseguida encuentran su lugar, otros en cambio vuelan y atraviesan las agrestes playas de los hombres del mar, surcan entre las orgánicas ramas y raíces de los antiguos bosques, animan a su paso a la vid en su época más joven, audaces navegan entre la calina del sueño de la tierra, recorren tierras foráneas incesantes en hallar un lugar con el que sentirse en paz. Algunos consiguen alcanzar su Arcadia. Otros, errantes, continúan anhelando su lugar desconociendo que su sitio reside en los sueños de otros en donde reforestan de esperanza las almas más sosegadas.


Fhil

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