martes, 12 de junio de 2007

Un cuento

Su papá la arropó con la manta, dejando tan sólo visible su cabecita, mientras ella se zarandeaba intentando sacar los bracitos. Finalmente se salió con la suya y su padre sonriendo, le dio las buenas noches, la besó en la nariz y apagó la lámpara. Al darse la media vuelta y aproximarse a la puerta, Claudia salta de la cama deshaciendo todo el cuidado que había tenido el padre y empezó a gritar “Papá, papá, papá. Cuéntame un cuento”. El padre, en parte encandilado, suspira profundamente mirando al techo. Sonriendo se acerca a la cama de Claudia, enciende la lamparita de noche, se recuesta a su lado y le pasa el brazo por detrás para aproximársela. La niña sonriente se reclina sobre su padre y le da toda su atención. El papá empezó.

En un lugar muy lejano, por donde las estrellas juegan al escondite,…

El padre hizo una parada, y al mirar a Claudia estaba totalmente dormida abrazada a él. Se acordó del cuento del caracol astronauta, que le fascinó cómo un caracol podía ser tan rápido como la luz, pero tampoco llegó a saber cómo lo hizo.
Se la soltó de encima con delicadeza, la arropó con cuidado, la besó en la nariz y después en la mejilla. Dormida murmuró: “…cuéntame un cuento…”. Su papá le contestó: “Mañana”.
Y apagó la lámpara.


Fhil

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