Ni un solo alfiler cabía en el comedor. La habitación estaba irreconocible: había globos y serpentina por todas partes, banderitas colgando del techo, fotografías suyas pegadas por la pared... No faltaba nadie: el padre de Daniela, su hermano, familiares más allegados, algunos vecinos, amigos, su novio, amigos de su hermano, incluso su profesora de inglés; y todos y cada uno de ellos con un gorrito fluorescente y un rollo de serpentina en la mano esperando a que Daniela soplara las velas.
Estaban todos efusivos y alborotados. Aquellas sonrisas desbordantes y tanto vocerío desaforado empezaban a incomodar a la joven. Era ella quien cumplía 22, no ellos; además, no entendía el por qué de tanta felicidad. De repente, casi dejándola sorda, alguien le anuncio al oído el momento más esperado.
−¡Cumpleaños Feliz, Cumpleaños Feliz, te deseamos todos Cumpleaños Feliz! ¡Bien! ¡Bien! ¡Pide un deseo, Daniela! ¡Corre, venga, pide un deseo! − Gritaban sus amigos.
Y Daniela desapareció.
Al cabo de dos minutos, Daniela estaba sentada con su madre y uno de sus mejores amigos en una nube densa y blanca. En el cielo todo el mobiliario estaba hecho con nubes.
Estaban todos efusivos y alborotados. Aquellas sonrisas desbordantes y tanto vocerío desaforado empezaban a incomodar a la joven. Era ella quien cumplía 22, no ellos; además, no entendía el por qué de tanta felicidad. De repente, casi dejándola sorda, alguien le anuncio al oído el momento más esperado.
−¡Cumpleaños Feliz, Cumpleaños Feliz, te deseamos todos Cumpleaños Feliz! ¡Bien! ¡Bien! ¡Pide un deseo, Daniela! ¡Corre, venga, pide un deseo! − Gritaban sus amigos.
Y Daniela desapareció.
Al cabo de dos minutos, Daniela estaba sentada con su madre y uno de sus mejores amigos en una nube densa y blanca. En el cielo todo el mobiliario estaba hecho con nubes.
Inma
No hay comentarios:
Publicar un comentario